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caja de arena realizada por un paciente en psicoterapia

Cuándo todo encaja

La experiencia en primera persona de un paciente de psicoterapia con el que hemos utilizado la técnica de la caja de arena en una sesión.

Pocos elementos hay tan inservibles y molestos para la mente como los prejuicios. Los clichés, las ideas preconcebidas sobre determinados asuntos, nos colocan en un escenario condicionado, lleno de expectativas que rara vez se cumplen, exponiéndonos en más ocasiones de las que deseáramos a la frustración y a la decepción.

Ese fue, quizás, el punto de partida que hizo de la técnica de la caja de arena una experiencia tan valiosa a nivel personal. No sabía a lo que me enfrentaba y, por tanto, no había anticipado posibles resultados, problemas y/o soluciones. Por una vez, la ignorancia jugó a mi favor.

El ambiente, neutro como el blanco de las paredes del centro terapéutico, dejó paso a un ejercicio que bien podría ser una escena cotidiana en una guardería. A un lado, la famosa caja de arena; al otro, una estantería con superhéroes, monstruos y otras figuras que pudieran identificarse como simples juguetes; la apariencia casi nunca es sincera.

Ojos cerrados y la voz experta de Claudia López de Huhn (mi terapeuta), que va guiando el proceso, imprescindible para que todo cobre sentido, van permitiendo que me familiarice con el rectángulo y la tierra que lo llena, en un ejercicio mucho más ilustrativo de lo que pareciera: en realidad, estoy comenzando a manosear los recovecos de la psique, escurridizos como esa arena, contenidos, para bien y para mal, en ese recipiente que tenemos por mente.

El viaje continúa con una elección, a priori, inocente. En cada balda, convenientemente clasificados, están esos juguetes que voy trasladando a partir de las directrices de Claudia. En pocos minutos, esa caja de arena ha pasado a ser un escenario en el que represento episodios, símbolos e ideas que han marcado mi trayecto vital. La carga simbólica es tan fuerte que no puedo reprimir las lágrimas.

Las preguntas de la terapeuta y la contemplación detallada de mi ‘obra final’ confirman que hay pocos vehículos tan potentes para trasladarnos hasta la infancia como el que nos aporta el juego. Supongo que todo ese proceso a Claudia le dio mucha información. A mí, personalmente, me sirvió para que algunas piezas del enrevesado puzle de mi cabeza encajaran. No significa que esto me vaya a hacer la vida más sencilla o mejor, simplemente lo tomo como una hoja de ruta para conocer mejor quién soy y de dónde vengo, para así, quizás, poder decidir mejor hacia dónde voy.

caja de arena realizada por un paciente

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